Demonios de buena vibra

Catalogada por la crítica como una cinta cargada de emociones Los buenos demonios, dirigida por Gerardo Chijona, concursó en la categoría de largometraje de ficción durante el 39 Festival Internacional de Cine de La Habana y mereció una ovación cerrada de los espectadores.

El libreto original corrió a cargo del joven guionista Alejandro Hernández y el maestro Daniel Díaz Torres, quien no pudo concretar el proyecto debido a su fallecimiento.

Entonces, este realizador, autor de Adorables mentiras (1992), Un paraíso bajo las estrellas (1999) y Perfecto amorequivocado (2004), asumió la responsabilidad de volcar a la pantalla esta idea y acentuarle su propio estilo.

Integran el elenco actores de renombre como Isabel Santos, Enrique Molina, Vladimir Cruz, Yailene Sierra y Carlos Enrique Almirante, quien asume el rol protagónico al interpretar a Tito, un joven de 23 años con una madre que lo adora y un carro para ganarse la vida honradamente.

Parece formal y educado, sin embargo, lleva una doble vida, actitudes materialistas y visiones pragmáticas de la realidad, apegado al tener y no al ser, y se desenvuelve en los ámbitos de la marginalidad y el delito.

No es un sicópata o un bipolar, sino un asesino inmutable, frío y austero, lo cual se confirma a través de una fotografía naturalista, la honda concepción sicológica de su personaje y las diversas escenas que “coquetean” con las falsas apariencias y los juicios apresurados.

La pérdida de valores y los problemas morales constituyen el punto de partida para distender la acción dramática, que no se regodea en descripciones del entorno o de La Habana “corrupta” —una constante en las producciones nacionales—, sino que busca provocar el análisis en el receptor y recrear una abierta confrontación entre simulación y realidad, sin caer en clichés típicos del thriller o el policíaco.

Por eso, cada quien plantea sus propios conceptos de moral y verdad, intenta resolver sus conflictos y transpira dolor, duda y desconcierto.

El capitalino barrio de Alamar sirve de escenario para que confluyen tres generaciones de cubanos: los fundadores de la Revolución, la intermedia y los hijos del Período Especial y, aunque es innegable el trasfondo social o político, este no se erige como protagonista, ni abandona la cinta el tono intimista y desgarrador.

Según declaraciones de Chijona a la agencia Prensa Latina, la pieza se inscribe dentro de una línea de cine crítico asumida desde hace años por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y busca explorar zonas de silencio dentro de la sociedad cubana.

Un excelente diseño de vestuario y dirección de arte, diálogos chispeantes, el buen uso del lenguaje verbal y el extraverbal, y un montaje dinámico donde el suspenso reina terminan por amalgamar la trama, en la que el espectador no puede evitar buscar verosimilitudes e inflexiones y, quizás, no las encuentre, mas el cuestionamiento está hecho y es válido.

Los buenos demonios estará a disposición de los avileños este mes, cuando se estrene en las salas de cine del territorio que permanecen activas, en un acertado intento de acercar la producción cinematográfica nacional al público, siempre ávido de buenas propuestas.

Medio de Prensa: Periódico el Invasor
Fecha de publicación: 11 de febrero de 2018
Autora: Ailén Castilla Padrón